Charlotte Gray es una novela de 1999 de Sebastian Faulks. Charlotte se convierte en agente de operaciones especiales junto a la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Más abajo hablamos sobre el argumento de la novela, ponemos unos párrafos en castellano y aclaramos sobre Nancy Wake, la espía en la que pudo inspirarse el autor.
Argumento
En 1942 Charlotte Gray viaja a Londres para trabajar como recepcionista. En el tren habla con dos hombres y uno de ellos, que trabaja para el servicio secreto, le da su tarjeta.
La chica, atractiva e inteligente, se encuentra con un aviador, Peter Gregory. Ambos se enamoran. Gregory es enviado a una misión en Francia y Charlotte recibe la noticia de que está desaparecido en acción.
Charlotte había pasado gran parte de su infancia en Francia y habla el idioma con fluidez, un talento que el servicio secreto desea explotar. Decide dejar su trabajo y se une a un curso para operaciones especiales.
Es lanzada en paracaídas en Francia para completar una misión. Pero en lugar de hacer su trabajo y regresar a casa, se propone encontrar el paradero de Gregory.
Nancy Wake, conocida por la Gestapo como el "ratón blanco", 1945 |
Referencia histórica
La SOE (fuerzas
especiales) en Francia incluía a mujeres.
Solo la Sección F envió 39 agentes femeninas al campo, de las cuales 13 no
regresaron.
El personaje de Charlotte
Gray se basó en una mujer nacida en Nueva
Zelanda, Nancy Wake, que trabajó con la resistencia francesa cerca de la
región de Auvergne. Su esposo, Henri Fioca, fue torturado y asesinado
por la Gestapo por no revelar su
paradero.
Premio
El autor recibió el Bad
Sex in Fiction Award en 1998 por éste libro.
Párrafos
Las 6 en punto en la estación Waverly. La niebla se
mezclaba con el vapor del tren de Londres. Las luces en la plataforma aparecían
azules y poco saludables. Además de los usuales pasajeros estaban los hombres
de la fuerza aérea que se trasladaban al sur desde los campos escoceses. No solo
pilotos sino también personal de tierra, que se movían con sus mochilas sobre
sus hombros.
En la calle
Princes una joven mujer se despedía de su madre con un beso y entregaba dos
valijas a un portero.
—Tengo que correr. Sale en dos minutos.
El portero se movió por la rampa, seguido por la
mujer, que no podía correr apropiadamente debido a la estrechez de la pollera
en las rodillas. Se volvió para saludar a su madre que se llevaba un pañuelo a
sus ojos.
El tren ya había alcanzado los cinco minutos desde
que saliera de la estación Waverly cuando logró encontrar un asiento libre en
un camarote. Solo estaban dos caballeros con palos de golf.
Al ver a la mujer arrastrar las valijas uno de los
hombres miró a su compañero levantando una ceja, pero tuvo la decencia de
sostener la puerta y ofrecer su ayuda.
—Espero no molestar. El tren está lleno.
—Para nada. Adelante. Tome asiento.
El otro hombre se levantó para ayudar a poner las
valijas en sus lugares.
La joven agradeció la caballerosidad pero luego se
volvió hacia sí, sentándose, cruzando las piernas y apoyando sus manos en su
traje. El traje era de buena calidad con una blusa color crema y un collar de
perlas. Había una pequeña mancha negra debajo de uno de los ojos. Su claro pelo
estaba agarrado debajo de un sombrero.
Espero que no quieran hablar conmigo, pensó.
Todo acerca de su actitud no alentaba a la charla. Abrió
un libro y empezó a leer con cierta concentración. Hubo una cierta coloración
en sus cachetes aunque no se podía decir si era el ejercicio reciente o la
incomodidad del momento.
Ciertas pecas se expandían debajo de sus ojos y sus
cejas eran de color más oscuras que su pelo.
Estaban cerca de Berwick cuando el hombre que había
abierto la puerta empezó a hablar. Comenzó presentándose:
—Richard Cannerly. Pero mis amigos me llaman Morris
—Charlotte Gray —dijo ella sacudiendo la mano que se
le ofrecía.
— ¿Qué la lleva al sur?
—Voy a trabajar a Londres.
Tenía un ligero acento escocés.
—Quiero ayudar.
—La vieja ayuda de la guerra —dijo Cannerly, a la
vez que un mechón de cabello claro caía sobre sus ojos.
Charlotte cruzó sus piernas. Era un largo viaje y su
libro no era tan interesante.
— ¿Y es de Edimburgo?
—No originalmente.
—Pensé que no. Por su acento.
—Me criaron en las Highlands —dijo Charlotte
sonriendo —. Mis padres se mudaron allí hace diez años cuando papá consiguió un
puesto allí.
—Ya veo. Morris y yo hemos estado jugando golf. ¿Usted
juega?
Ella movió su cabeza.
—Vamos a ir a cenar dentro de poco. ¿Quiere venir
con nosotros?
—No gracias. Tomé el té con mama justo antes de
salir.
—Entonces venga a saborear un vino. Yo invito.
Charlotte miró a Cannerly.
—Bien —dijo —. Muchas gracias… (Charlotte
Gray, Sebastian Faulks. Traducción
y adaptación propias.)
Artículos relacionados
Su padre fue fusilado por un cargo de motín mientras
servía en las trincheras en Verdún, y su madre, acosada y… The
Girl at the Lion d'Or
Jenny trató de explicar el porqué de sus acciones
pero los policías dudaron de su versión… The
World According to Garp
… los judíos deberían emigrar a Israel o asimilarse
completamente a las culturas mayoritarias donde viven… Arthur
Koestler
Subscribíte al blog para recibir más información sobre la resistencia francesa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario