jueves, 29 de diciembre de 2022

The World According to Garp

The World According to Garp es la cuarta novela de John Irving, publicada en 1978. Trata sobre un hombre nacido fuera del matrimonio de una líder feminista, que crece para convertirse en escritor.

Más abajo ponemos los párrafos en que Jenny se defiende de un abusador en la obscuridad del cine.

Encontramos un poster de la Segunda Guerra Mundial apoyando el esfuerzo de la guerra. ¡Muy interesante!

 

Introducción

Jenny Fields es enfermera, de carácter fuerte y decidido. Nadie la va a manejar y si alguien pretende abusar de ella tendrá que pagar las consecuencias. Cuando el soldado, en la obscuridad del cine, intenta abusarla Jenny lo corta con un bisturí que lleva oculto en su cartera.

Jenny trató de explicar el porqué de sus acciones pero los policías dudaron de su versión.

Sus hermanos, abogados, la sacaron del lío. El soldado no quería que su mujer se enterara de sus acciones por lo que no hubo denuncia.

 

“… Al lado de los hermanos había un poster del Tío Sam. Un pequeño soldado, todo de marrón, bajaba de las manos del Tío Sam. El soldado iba a desembarcar en un mapa de Europa…”

 

Párrafos

 … encontró el viejo frasco del termómetro que contenía el escalpelo tapado como una lapicera fuente. Quitó la tapa cuando el soldado se movió al asiento del lado y estiró su brazo sobre el posa brazos que debían compartir. Jenny mantuvo su mano en el escalpelo dentro de su bolso. Imaginó que su uniforme de enfermera brillaba como un escudo sagrado y por alguna razón este reptil a su lado había sido atraído por la luz.

“Mi madre —escribió Garp —iba por la vida cuidándose de los arrebatadores.”

En el cine no era su cartera lo que el soldado quería. Tocó su rodilla. Jenny habló claramente.

—Quita tus sucias manos —dijo.

Varias personas se dieron vuelta.

—Oh, vamos —el soldado susurró y deslizó su mano por debajo del uniforme. Encontró sus muslos fuertemente apretados. Encontró, también, todo su brazo completamente cortado desde su hombro hasta su muñeca, como un melón.

Jenny había cortado limpiamente a través de su insignia y su camisa. Limpiamente a través de su piel y sus músculos, desnudando sus huesos cerca del codo.

—Si lo hubiera querido matar —le dijo a la policía después —le hubiera cortado por la muñeca. Soy enfermera. Sé cómo sangra la gente.

El soldado golpeó la cabeza de Jenny con su brazo sin cortar. Jenny se acercó con su escalpelo, cortando un pedazo de su labio del tamaño de una uña.

—No estaba tratando de cortar su garganta —le dijo a la policía después. Estaba tratando de cortar su nariz pero fallé.

Llorando, en cuatro patas, el soldado se arrastró al pasillo y se dirigió a la seguridad de la luz del lobby. Alguien más en el teatro estaba llorando, de miedo.

Jenny limpió el escalpelo en el asiento del teatro, lo volvió a poner en su bolso y lo cubrió con la tapa del termómetro. Después se dirigió al lobby donde se podían escuchar llantos y al gerente llamando a través de la puerta del lobby a la obscuridad:

— ¿Hay algún doctor aquí?

Apareció una enfermera y fue a ver si podía ayudar. Cuando el soldado la vio se desmayó. Realmente no por la pérdida de sangre. Jenny sabía cómo sangraban las heridas faciales. Eran engañosas. La profunda herida en su brazo requería atención, por supuesto, pero el soldado no se estaba desangrando. Nadie parecía saberlo excepto Jenny. Había tanta sangre y mucha de ella estaba en el uniforme de Jenny. Pronto se dieron cuenta que ella lo había hecho. Los empleados del teatro no la dejaron tocarlo y alguien le quitó la cartera. ¡La enfermera loca! Jenny Fields estaba calmada. Pensó que era solo cuestión de tiempo para que las autoridades entendieran la situación. Pero la policía no fue muy amable con ella tampoco.

— ¿Estuvo saliendo con él por un tiempo? —preguntó uno de ellos.

Y otro:

— ¿Pero cómo sabía que la iba a atacar? Él dijo que solo estaba tratando de presentarse.

—Esa es un arma realmente mala, cariño —dijo un tercero. No deberías llevar algo cómo eso en tu cartera. Es buscar problemas.

Por lo que Jenny tuvo que esperar por sus hermanos para que las cosas se aclararan. Eran abogados de Cambridge, atravesando el río. Uno era abogado, el otro enseñaba en una escuela de leyes.

“Ambos, escribió Garp, eran de la opinión que la práctica de las leyes era vulgar pero que su estudio era sublime.”

No fueron demasiado reconfortantes cuando llegaron.

—Le rompes el corazón a mamá —dijo uno de ellos.

—Tendrías que haberte quedado en Wellesley —dijo el otro.

—Una chica sola debe saber cómo protegerse —dijo Jenny.

Uno de ellos preguntó si podía probar que no habían tenido relaciones antes.

—Confidencialmente —preguntó uno de los hermanos. — ¿Han estado saliendo por bastante tiempo?

Finalmente las cosas se arreglaron cuando la policía descubrió que el soldado vivía en Nueva York y tenía esposa e hijos. Había tomado una licencia en Boston y más que nada tenía miedo que su esposa supiera la historia. Todos estuvieron de acuerdo por lo que Jenny fue liberada sin cargos. Cuando hizo un lío porque la policía no le devolvió el escalpelo uno de los hermanos le dijo:

—Por Dios, Jenny. ¿Puedes robarte otro, no es cierto?

—No lo robé —dijo Jenny.

—Deberías tener amigos —uno de los hermanos aconsejó.

—En Wellesley —repitieron.

—Gracias por venir —dijo Jenny.

— ¿Para qué es la familia? —dijo uno.

—La sangre es fuerte —dijo otro. Luego palideció, avergonzado ante la asociación. Tenía el uniforme completamente manchado.

—Soy una buena chica —les dijo.

—Jennifer —dijo el más viejo y su primer modelo para todo lo que era bueno. Era algo solemne.

—Es mejor no meterse con hombres casados —aconsejó.

—No le diremos a mamá —dijo el otro.

—Y por cierto tampoco a papá —dijo el primero. En un torpe intento de mostrar algo de calor, le guiñó el ojo, un gesto que deformó su cara y convenció a Jenny que su primer modelo de vida había desarrollado un tic facial.

Al lado de los hermanos había un poster del Tío Sam. Un pequeño soldado, todo de marrón, bajaba de las manos del Tío Sam. El soldado iba a desembarcar en un mapa de Europa. Las palabras debajo del poster decían: ¡Apoye a nuestros muchachos! El hermano mayor de Jenny la observó mirando el poster.

—Y no te metas con soldados —añadió, aunque en unos meses más él mismo sería soldado. Sería de aquellos que no volvería de la guerra, lo que le rompería el corazón a su madre… (The World According to Garp, John Irving. Traducción y adaptación propia.

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