The World According to Garp es la cuarta novela de John Irving, publicada en 1978. Trata sobre un hombre nacido fuera del matrimonio de una líder feminista, que crece para convertirse en escritor.
Más abajo ponemos los párrafos en que Jenny se defiende de un abusador en la
obscuridad del cine.
Encontramos un poster
de la Segunda Guerra Mundial apoyando el esfuerzo de la guerra. ¡Muy
interesante!
Introducción
Jenny Fields es enfermera, de carácter fuerte y
decidido. Nadie la va a manejar y si alguien pretende abusar de ella tendrá que
pagar las consecuencias. Cuando el soldado, en la obscuridad del cine, intenta
abusarla Jenny lo corta con un bisturí que lleva oculto en su cartera.
Jenny trató de explicar el porqué de sus acciones
pero los policías dudaron de su versión.
Sus hermanos, abogados, la sacaron del lío. El soldado
no quería que su mujer se enterara de sus acciones por lo que no hubo denuncia.
“… Al lado de los hermanos había un poster del Tío
Sam. Un pequeño soldado, todo de marrón, bajaba de las manos del Tío Sam. El
soldado iba a desembarcar en un mapa de Europa…”
Párrafos
…
encontró el viejo frasco del termómetro que contenía el escalpelo tapado como
una lapicera fuente. Quitó la tapa cuando el soldado se movió al asiento del
lado y estiró su brazo sobre el posa brazos que debían compartir. Jenny mantuvo
su mano en el escalpelo dentro de su bolso. Imaginó que su uniforme de
enfermera brillaba como un escudo sagrado y por alguna razón este reptil a su
lado había sido atraído por la luz.
“Mi madre —escribió Garp —iba por la vida cuidándose
de los arrebatadores.”
En el cine no era su cartera lo que el soldado
quería. Tocó su rodilla. Jenny habló claramente.
—Quita tus sucias manos —dijo.
Varias personas se dieron vuelta.
—Oh, vamos —el soldado susurró y deslizó su mano por
debajo del uniforme. Encontró sus muslos fuertemente apretados. Encontró,
también, todo su brazo completamente cortado desde su hombro hasta su muñeca,
como un melón.
Jenny había cortado limpiamente a través de su
insignia y su camisa. Limpiamente a través de su piel y sus músculos,
desnudando sus huesos cerca del codo.
—Si lo hubiera querido matar —le dijo a la policía
después —le hubiera cortado por la muñeca. Soy enfermera. Sé cómo sangra la
gente.
El soldado golpeó la cabeza de Jenny con su brazo
sin cortar. Jenny se acercó con su escalpelo, cortando un pedazo de su labio
del tamaño de una uña.
—No estaba tratando de cortar su garganta —le dijo a
la policía después. Estaba tratando de cortar su nariz pero fallé.
Llorando, en cuatro patas, el soldado se arrastró al
pasillo y se dirigió a la seguridad de la luz del lobby. Alguien más en el
teatro estaba llorando, de miedo.
Jenny limpió el escalpelo en el asiento del teatro,
lo volvió a poner en su bolso y lo cubrió con la tapa del termómetro. Después
se dirigió al lobby donde se podían escuchar llantos y al gerente llamando a
través de la puerta del lobby a la obscuridad:
— ¿Hay algún doctor aquí?
Apareció una enfermera y fue a ver si podía ayudar.
Cuando el soldado la vio se desmayó. Realmente no por la pérdida de sangre.
Jenny sabía cómo sangraban las heridas faciales. Eran engañosas. La profunda
herida en su brazo requería atención, por supuesto, pero el soldado no se
estaba desangrando. Nadie parecía saberlo excepto Jenny. Había tanta sangre y
mucha de ella estaba en el uniforme de Jenny. Pronto se dieron cuenta que ella
lo había hecho. Los empleados del teatro no la dejaron tocarlo y alguien le
quitó la cartera. ¡La enfermera loca! Jenny Fields estaba calmada. Pensó que
era solo cuestión de tiempo para que las autoridades entendieran la situación.
Pero la policía no fue muy amable con ella tampoco.
— ¿Estuvo saliendo con él por un tiempo? —preguntó
uno de ellos.
Y otro:
— ¿Pero cómo sabía que la iba a atacar? Él dijo que
solo estaba tratando de presentarse.
—Esa es un arma realmente mala, cariño —dijo un
tercero. No deberías llevar algo cómo eso en tu cartera. Es buscar problemas.
Por lo que Jenny tuvo que esperar por sus hermanos
para que las cosas se aclararan. Eran abogados de Cambridge, atravesando el
río. Uno era abogado, el otro enseñaba en una escuela de leyes.
“Ambos, escribió Garp, eran de la opinión que la
práctica de las leyes era vulgar pero que su estudio era sublime.”
No fueron demasiado reconfortantes cuando llegaron.
—Le rompes el corazón a mamá —dijo uno de ellos.
—Tendrías que haberte quedado en Wellesley —dijo el
otro.
—Una chica sola debe saber cómo protegerse —dijo
Jenny.
Uno de ellos preguntó si podía probar que no habían
tenido relaciones antes.
—Confidencialmente —preguntó uno de los hermanos. — ¿Han
estado saliendo por bastante tiempo?
Finalmente las cosas se arreglaron cuando la policía
descubrió que el soldado vivía en Nueva York y tenía esposa e hijos. Había
tomado una licencia en Boston y más que nada tenía miedo que su esposa supiera
la historia. Todos estuvieron de acuerdo por lo que Jenny fue liberada sin
cargos. Cuando hizo un lío porque la policía no le devolvió el escalpelo uno de
los hermanos le dijo:
—Por Dios, Jenny. ¿Puedes robarte otro, no es
cierto?
—No lo robé —dijo Jenny.
—Deberías tener amigos —uno de los hermanos aconsejó.
—En Wellesley —repitieron.
—Gracias por venir —dijo Jenny.
— ¿Para qué es la familia? —dijo uno.
—La sangre es fuerte —dijo otro. Luego palideció,
avergonzado ante la asociación. Tenía el uniforme completamente manchado.
—Soy una buena chica —les dijo.
—Jennifer —dijo el más viejo y su primer modelo para
todo lo que era bueno. Era algo solemne.
—Es mejor no meterse con hombres casados —aconsejó.
—No le diremos a mamá —dijo el otro.
—Y por cierto tampoco a papá —dijo el primero. En un
torpe intento de mostrar algo de calor, le guiñó el ojo, un gesto que deformó
su cara y convenció a Jenny que su primer modelo de vida había desarrollado un
tic facial.
Al lado de los hermanos había un poster del Tío Sam.
Un pequeño soldado, todo de marrón, bajaba de las manos del Tío Sam. El soldado
iba a desembarcar en un mapa de Europa. Las palabras debajo del poster decían:
¡Apoye a nuestros muchachos! El hermano mayor de Jenny la observó mirando el
poster.
—Y no te metas con soldados —añadió, aunque en unos
meses más él mismo sería soldado. Sería de aquellos que no volvería de la
guerra, lo que le rompería el corazón a su madre… (The
World According to Garp, John
Irving. Traducción y adaptación propia.Apoya el ataque trabajando 6 días a la semana
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