martes, 13 de diciembre de 2022

Scum of the Earth

En Scum of the Earth, el autor Arthur Koestler recuerda su vida en Francia durante 1939 y 1940, el caos que prevalecía y el colapso del país, su prisión y el escape a Inglaterra.

Investigamos el término scum y the scum of the earth, y encontramos información sobre la vida de Koestler, la historia de la publicación de Scum of the Earth, y ponemos algunos párrafos de estas memorias.

 

Background

A comienzo de la guerra Koestler estaba viviendo en el sur de Francia. Después de retornar a París fue hecho prisionero por los franceses como extranjero indeseado, aunque había sido anti-fascista.

Koestler llegó a Inglaterra en diciembre de 1940 sin una visa de entrada. También fue a parar a prisión. Mientras estaba allí su novela, Darkness at Noon, se publicó en Inglaterra.

1934 demonstration in Paris, with a sign "Down with fascism"
Demonstración en París contra el fascismo, 1934

Al ser liberado en 1941 Koestler se alistó en el ejército británico. Escribió Scum of the Earth mientras esperaba su asignación para el combate.

Koestler, junto con otros libre pensadores, comunistas y socialistas en exilio, en aquel entonces en París, fueron objeto de persecución del régimen francés de la derecha aun antes de la victoria nazi. Cientos de escritores de izquierda fueron arrestados, algunos lograron escapar pero algunos fueron atrapados, cometieron suicidio o fueron deportados a Alemania, donde fueron asesinados.

Su escape de la ocupada Francia a la seguridad de Inglaterra sirve como background para Scum of the Earth, donde reflexiona sobre la guerra civil no escrita dentro de la sociedad europea en la década del ´20 y del ´30.

 

Párrafos del libro

… por treinta noches dormí con una pequeña valija a mi lado, listo para ir a prisión en cualquier momento. Algunas veces soñaba que escuchaba el agudo timbre de la puerta, pero cuando me despertaba era la sirena anti-aérea por lo que volvía a dormir. Y de acuerdo a la vieja regla mientras más te preparas más te toma por sorpresa. Vinieron por mí una mañana de octubre.

Durante el primer mes de la guerra, todavía en libertad, pude ver a París convertirse en gris. No la gente, la ciudad. Cómo si una mórbida enfermedad la hubiera atacado desde sus raíces en el valle del Sena. El pavimento en sus calles había perdido su magia.

Siempre se la había tomado por sus amantes como una persona viva, no metafóricamente sino como una realidad psicológica. Ahora sentían que el amado se había vuelto frío en sus brazos. Vieron la vida escapar de ella y caminaban desesperados por sus avenidas ahora hostiles, como tumbas.

La gente de París podía pelear en las barricadas construidas con los bloques de las calles, colchones y jaulas como en los heroicos días de 1848, como en los días de la Comuna, o en los días de Sacco y Vanzetti. ¿No había sido el Marne, con la loca improvisación de los taxis yendo a los campos de batalla, una especie de improvisada barricada? Si la heroica locura se hacía carne, la gente de París no podría vivir de ratas asadas y cargar contra el enemigo solo con sus uñas y morderles las narices.

El 6 de setiembre, el tercer día de la guerra, Gallus, el famoso editorialista, escribió en el frente del Intransigente:

“Quienquiera que pretenda que estamos en esta guerra por la democracia, la libertad, o cualquier otra ideología, es un peligroso mentiroso. Estoy harto de escuchar esta estupidez. Francia pelea por ella misma, para defenderse. Todo lo demás es basura.”

Después del Paris-Soir el Intransigente era el diario de mayor circulación. Era el favorito de los pequeños empleados, mecanógrafas y trabajadores de oficina. Cientos de miles lo leían en el subte camino a casa. La censura, que cortaba todo de cualquier color político, incluidos pasajes de discursos de políticos británicos y dichos del Manchester Guardian y del Daily Herald, dejaban a éste y a otros similarmente envenenados, circular sin problemas.

Después de esto ¿qué idea tenía el hombre común de la guerra? Si se hubiera mostrado lo que el hombre pensaba de la guerra se hubiera establecido que Francia habría perdido la guerra moralmente mucho antes que el colapso militar.

Tomemos tres especímenes que son típicos de la sociedad francesa.

El primero de ellos es Henri de Vautrange, vendedor de autos de 32 años. Su padre había sido funcionario del ministerio de finanzas, retirado, con 35 años de servicio, con una pensión de hambre. Francia estaba en decadencia gracias al Frente Popular, a los políticos corruptos, los Freemansons y los judíos. La internacional socialista, y la comunista conspiraban contra los hombres de buena voluntad. La única salvación para Francia era un régimen autoritario, como el de Hitler, que limpiara el establo, como Hitler había hecho en Alemania. Hitler podía ser un poco pomposo pero indudablemente había logrado milagros con su gente. Francia necesitaba un Hitler. Por esto es que el Frente Popular arrastraba a Francia a la guerra.

Pero la izquierda no solo alentaba la guerra sino que habían desarmado a Francia. Habían votado en contra de los créditos militares. Sus huelgas de 1936 habían llevado al país al borde de la anarquía y desorganizado la producción guerrera. Pierre Cot había vendido cientos de aviones de combate franceses a los rojos en España. Por otro lado miren lo que Hitler había hecho en su país. Nada de diputados, ni partidos ni corrupción. Todos tenían que trabajar y todos estaban en su lugar: aquellos que tenían cerebro manejaban y los otros trabajaban. Y si a alguno de los caballeros rojos no le gustaba, bueno, allí estaban los campos de concentración…

Pierre Cot-1928
Pierre Cot

Estaba sentado en la tina cuando el timbre sonó un 2 de octubre de 1939. Pensé que era el cartero por lo que grité que espere. Del otro lado respondieron: “Es la policía. Apúrese.” La idea de que vendrían por mí en la noche estaba tan fija en mí que pensé que sería por alguna ofensa menor. Me envolví en una toalla y me dirigí, descalzo, a atender la puerta. Cuando quité el cerrojo, la empujaron con fuerza y vi a dos oficiales.

— ¿Tiene armas?

Pero viendo mi desnudez la pregunta pareció demás y se dirigieron al comedor. Después de una rápida inspección se dieron cuenta que no era un departamento proletario y de acuerdo a la costumbre policial francesa se volvieron más amables.

—Me temo que tiene que venir con nosotros a la estación —dijo el menos musculoso. Tenía el pelo corto, pecas, y su nombre, como me enteré después, era Pétetin, Ferdinand.

—Es solo para identificación.

— ¿Puedo cambiarme en el baño?

—Seguro —contestó Pétetin, sentándose y mirando una botella de brandi en el armario.

—Supongo que no tiene armas ni literatura subversiva, por lo que podemos ahorrarnos el trabajo de inspeccionar.

—Como guste. Siéntase en casa. Este es brandi que compro en Mme. Denise en la calle Vaugirard. Es barato pero tiene cincuenta grados.

—Raramente bebo tan temprano —dijo Pétetin, mientras le servía a él y a su compañero, y me servía a mí.

Mientras terminaba de cambiarme en el baño apareció G., que vivía en el piso de arriba, como si hubiera olido el peligro.

— ¿Quién es ella? —preguntó Pétetin, volviéndose profesional de nuevo.

—La señorita G. es ciudadana británica. Su padre es diplomático.

—How do you do? —dijo Pétetin, saludando en inglés, rojo de orgullo.

—Mi nombre es Monsiur Pétetin. Siento tener que llevarme al señor pero estoy seguro que volverá pronto. Será mejor que lleve una frazada, puede tomar algunos días.

G. se puso blanca. Miró al señor Pétetin con tan evidente disgustó que le serví un brandi. Me serví otro que me ayudó a conservar la compostura. Bajamos. En la calle propuse tomar un taxi y G. apareció corriendo con algo de pan y salchichas. Todavía vestía su bata y seguía pálida.

—Ves que buena es la policía francesa —le dije en inglés. Todo este parloteo sobre la brutalidad policíaca.

Como no pasaban taxis el señor Pétetin insistió en que camináramos a la estación. Quería evitar una escena… (Capítulo IX, y I, Agony, Purgatory, Scum of the Earth.)

 

Vocabulario

Scum: a very bad or immoral person or group of people:

People who organize dog fights are scum in my opinion!

His boss treats him like scum (= very badly).

 

The scum of the earth: the worst type of people that can be imagined:

These men are the scum of the earth.

 

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