Kiever conoce a Leamas y lo invita a Holanda. Los comunistas están tanteándolo, saben que está sin trabajo, conocen de su experiencia y planean tentarlo con dinero para que traicione a los suyos. De la novela de John le Carré: The spy who came in from the cold.
Más abajo información sobre St James's Park, en Londres.
… —Estoy
interesado en usted. Quiero hacerle una propuesta. Una propuesta periodística.
Hubo una pausa.
—Periodística
—repitió Leamas —. Ya veo.
—Manejo una agencia. Un servicio internacional. Paga bien, muy bien, por material interesante.
— ¿Quién
pública el material?
—Paga tan
bien en realidad, que un hombre con su clase de experiencia, de la escena
internacional; un hombre con sus antecedentes, usted entiende, que proveyera
material convincente, podría liberarse de angustias financieras en un tiempo
relativamente corto.
— ¿Quién
publica el material, Kiever?
Hubo algo amenazante en la voz de Leamas y por un
instante, solo por un momento, una mirada de aprehensión pareció cruzar la cara
de Kiever.
—Clientes
internacionales. Tengo un corresponsal en París que dispone de gran parte de
nuestro material. Con frecuencia ni siquiera sé quién publica. Confieso, añadió
con una sonrisa conquistadora, que algunas veces ni siquiera me preocupa. Ellos
pagan y piden más. Son esa clase de personas, Leamas, que no se preocupan por
detalles. Pagan rápido y están felices en pagar en moneda extranjera, por
ejemplo, y nadie se preocupa en cosas como impuestos.
Leamas no dijo nada. Sostenía su vaso con las dos
manos, mirándolo.
Están saltando sus defensas, pensó Leamas. Es
indecente. Es una oferta que ninguna chica decente podría aceptar, bromeó. Y
además no sé si vale la pena. Tácticamente, pensó, tienen razón en apurarse.
Estuve en prisión, estoy resentido. Estoy viejo. No necesito que me quiebren.
No tengo que fingir que ofendieron mi honorabilidad de caballero inglés. De
otro lado ellos deben estar esperando objeciones. Deben esperar que sienta
miedo pues el servicio persigue a los traidores como Dios persiguió a Caín en
el desierto.
Deben saber que es como un juego. Saben que la
inconsistencia de la decisión humana puede hacer fracasar el mejor plan de
espionaje, que algunos criminales pueden resistir cualquier tentación mientras
que los caballeros respetables pueden ser llevados a las más altas traiciones
sin casi nada a cambio.
—Deben pagar
muy bien —murmuró Leamas.
Kiever le sirvió más whisky.
—Están
ofreciendo quince mil libras adelantadas. El dinero ya está en el Banque
Cantonale en Berna. Con mostrar una identificación, que mis clientes
producirán, puede sacar el dinero. Mis clientes se reservan el derecho de
hacerle preguntas durante un año con el pago de otras cinco mil libras. Lo
asistirán con cualquier problema que surja.
— ¿Con qué
rapidez debo contestar?
—Ahora
mismo. No se espera que escriba todo lo que recuerda. Se encontrará con mi
cliente y él arreglará que alguien lo escriba.
— ¿Dónde
se supone que lo encuentre?
—Sentimos
que será más seguro fuera del Reino Unido. Mi cliente sugirió Holanda.
—No tengo
mi pasaporte —respondió Leamas.
—Me tomé
la libertad de sacar uno por usted —dijo Kiever suavemente. Nada en su voz
sugería que había arreglado otra cosa que una propuesta de negocio adecuada.
—Volaremos
a La Haya mañana a las nueve y cuarenta cinco. ¿Volvemos a mi departamento a
discutir otros detalles?
Kiever pagó y tomaron un taxi a un lugar no lejos de
St. James´s Park.
El departamento de Kiever era lujoso pero su
contenido sugería que había sido decorado a las apuradas.
Mientras Kiever le mostraba su habitación, Leamas
preguntó.
— ¿Cuánto
tiempo ha estado aquí?
—No mucho.
Unos pocos meses.
Había una botella de whisky en la habitación y un
sifón de soda en una bandeja. Al final de la habitación una cortina comunicaba
al baño y al lavatorio.
—Un nidito
de amor. ¿Todo pagado por el estado trabajador?
—Cállese
—dijo salvajemente Kiever—. Si quiere algo hay un teléfono interno a mi
habitación. Voy a estar despierto.
Leamas fue despertado por el teléfono al lado de su
cama. Era Kiever.
—Las seis
de la mañana— dijo él—. El desayuno a las seis y media.
—Bien
—contestó Leamas y colgó.
Tenía dolor de cabeza.
Kiever debió haber llamado a un taxi porque a las
siete el timbre de la puerta sonó y Kiever preguntó:
— ¿Está
todo listo?
—No tengo
equipaje, excepto por mi cepillo de dientes y una afeitadora.
—Eso ya
está arreglado. Aparte de eso, ¿está listo?
—Supongo
que sí —dijo Leamas levantando los hombros—. ¿Tiene cigarrillos?
—No —replicó Kiever—. Pero puede conseguirlos en el
avión. Mejor fíjese en esto —y le entregó a Leamas un pasaporte británico.
Estaba hecho a su nombre con su fotografía montada en él. No era ni viejo ni
nuevo. Describía a Leamas como cajero, con estado civil soltero. Sosteniéndolo
por primera vez le dio cierto nerviosismo. Era como casarse, pasara lo que
pasara las cosas no serían como antes.
— ¿Y
dinero? —preguntó Leamas.
—No lo
necesitará… (Capítulo 7. The spy who came in
from the cold. Traducción y adaptación propias.)
Para saber
St
James's Park es un parque de 23 hectáreas en la
ciudad de Westminster, Londres central. Es la parte más al este de una cadena
continua de parques que incluyen a Green Park, Hyde Park, y Kensington Gardens.
Está limitado al oeste por Buckingham Palace, al norte por el Mall, al este por
Horse Guards, y al sur por Birdcage Walk.
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… se incluyen temas como la hipocresía, las
desigualdades sociales, el incesto, el aborto, el adulterio, la lujuria y… Peyton
Place
Fuentes
The
spy who came in from the cold, readerslibrary.org
St James's Park,
Wikipedia
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